dime doce veces
cuántas veces
la lluvia te ha inundado las ideas
remojándote las ganas
cuéntame despacio,
de todas las veces
en que me esperas en silencio
y me sigues diez pasos, catorce, veinticinco
las marionetas inspiradas
invisibles a tus manos,
cuadruplican sus excesos
los martes al anochecer;
y se percatan
de tus lágrimas
y de mis manchas de rímel en tus camisas
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