holiday

(como todos los días, ella cruzaba el río. el sol se dormía en el horizonte. y con la cabeza pegada al marco de la ventana y con el viento que hace bailar a los árboles del puente dándole en la cara, ella soñó.)

era otro mundo o era otro tiempo. a su alrededor, blancos, negros, plateados, rosa, violetas o azul eléctrico, los audífonos, sin excepción, volcaban en los oídos de todos esas notas que nacían de inopinados pentagramas, como si fuese sangre corriendo por las arterias de cada quien. se sorprendió de descubrir, además, que nadie hablaba. caminaba, cada cual a su ritmo, en diferentes compases, como si fuera uno a uno en una dimensión diferente.

en la calle en la que estaba nadie parecía darse cuenta de lo que sucedía alrededor. y ella, sin saber qué hacer, se sentó a observar. iban caminando, unos apurados, unos sonrientes, algunos lloraban y otros ensayaban algún baile tímido mientras avanzaban. tanta autenticidad era maravillosa, pero contrariaba.

entonces los vio.

era como si sus miradas se hubieran tropezado, como si estuvieran solos en todo el universo, como si hubieran estado esperando mucho por ése momento. se detuvo, primero él. se acercó y la miró de cerca, a los ojos. ella tenía las pupilas negras brillantes, y las pestañas grandes, encantadoras. le regaló una sonrisa tímida y azul.

él se quitó los audífonos y, junto con el reproductor, se los entregó, ansioso. ella hizo lo mismo. escucharon, entonces, la música uno del otro. se dirigieron miradas sorprendidas, brillantes, moradas. y con una inexplicable certeza y alegría, se tomaron de la mano y se fueron caminando en otra dirección, juntos.

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