holiday

(como todos los días, ella cruzaba el río. el sol se dormía en el horizonte. y con la cabeza pegada al marco de la ventana y con el viento que hace bailar a los árboles del puente dándole en la cara, ella soñó.)

era otro mundo o era otro tiempo. a su alrededor, blancos, negros, plateados, rosa, violetas o azul eléctrico, los audífonos, sin excepción, volcaban en los oídos de todos esas notas que nacían de inopinados pentagramas, como si fuese sangre corriendo por las arterias de cada quien. se sorprendió de descubrir, además, que nadie hablaba. caminaba, cada cual a su ritmo, en diferentes compases, como si fuera uno a uno en una dimensión diferente.

en la calle en la que estaba nadie parecía darse cuenta de lo que sucedía alrededor. y ella, sin saber qué hacer, se sentó a observar. iban caminando, unos apurados, unos sonrientes, algunos lloraban y otros ensayaban algún baile tímido mientras avanzaban. tanta autenticidad era maravillosa, pero contrariaba.

entonces los vio.

era como si sus miradas se hubieran tropezado, como si estuvieran solos en todo el universo, como si hubieran estado esperando mucho por ése momento. se detuvo, primero él. se acercó y la miró de cerca, a los ojos. ella tenía las pupilas negras brillantes, y las pestañas grandes, encantadoras. le regaló una sonrisa tímida y azul.

él se quitó los audífonos y, junto con el reproductor, se los entregó, ansioso. ella hizo lo mismo. escucharon, entonces, la música uno del otro. se dirigieron miradas sorprendidas, brillantes, moradas. y con una inexplicable certeza y alegría, se tomaron de la mano y se fueron caminando en otra dirección, juntos.

vámonos

anda, camina. sonríe. cuenta las estrellas en las noches estrelladas, imagínalas si no las ves. da pasos cortos, no te canses. amárrate las zapatillas. canta. canta bajito. canta fuerte. ríete. abraza. abraza mucho. péinate bonito. sonríete en el espejo, no hay dos como tú, no hay dos.

atrévete, intenta, arriesga. hay poco que perder y siempre mucho para ganar. solo hay un pasaje de ida. imagina cosas. imagina cosas hermosas.


imagina cosas hermosas y luego hazlas suceder.

cambia . cambia tu alrededor, cambia tú. baila. sola. acompañada. con los ojos cerrados, con los ojos abiertos. mira a tu alrededor cuando vas en el bus. sonríele a los niños pequeños, sonríele a las pestañas plateadas de las señoras. ponte tu propio soundtrack. juega a las escondidas con el viento, con las hojitas de los árboles. piensa, sueña. sueña pensando. piensa en tus sueños, recógelos, arrúgalos, hazlos tangibles.

ama. una vida así vale la pena.

oh, soledad

de pronto algo de luminosidad.
un parpadeo. dos.
ella mira el reloj y se mira las manos.
suspira y luego se ríe.

una certeza ha llegado.



había un cuento de una chica que tenía dulces las pestañas. que se tropezaba, estornudaba, lloraba, sonreía, a veces. que tenía la voz violeta, y que compartía cosas sólo con su almohada: palabras, suspiros, lágrimas. esperaba. esperaba milagros. cantaba: canciones con notas amarillas a veces o azules. escribía, bailaba, pintaba. el sol la cegaba y le hacía cosquillas, y ella caminaba debajo de él, a veces, y a veces a un costado del camino, entre los árboles, encima de las nubes. el tiempo baila en otro compás. ella va a su ritmo: descubriendo y descubriéndose, disfrutándolo.

ésta es la historia controversial de la chica de polera magenta y audífonos que se fue camino al noreste buscando las mariposas. una historia que tiene acordes de guitarra como soundtrack, siempre.

today

es simple el estado de negación. estar aquí, atrapada, como en un mal sueño. como en un cuento de sallinger del que no vas a salir, nunca, aunque no mates a nadie, aunque no mueras, y tengas nada más que conformarte con ser un personaje de cuarta, de quinta, la chica que casualmente paseaba al perro de su vecina dos cuadras más allá mientras los personajes principales se daban el beso de sus vidas, o se disparaban en la sien, da igual.

estar aquí es algo que es más difícil cada vez. y no es sólo por mi ubicación en coordenadas geográficas. implica tantas cosas para las que, poco a poco, me he quedado sin ganas. comer, leer, dormir, viajar en bus, escuchar una y otra vez la misma canción. marearme de ir en una especie de carrusel demoníaco, tener muchas náuseas y hasta disfrutarlo. decir he ganado.

no voy a llorar porque ya conozco bien éste sentimiento. éste vacío. y no estoy dispuesta.

i walk away.

lepidópteras

un miércoles de abril ella se tropezó. y se tropezaron ambos en realidad. pero resultó que la narradora se confundió, porque no fue un miércoles sino un martes que en realidad fue domingo o lunes.

la canción se había ido lejos (casi tan lejos como setenta y tres pasos) y ella estaba un poco triste y un poco confundida y un poco sola. y se le había ensuciado el vestido con una nostalgia azul, con un beso soñado (no por ella), con más canciones, y más palabras bonitas; y por eso igual cantaba, bailaba, tarareaba, sonreía, presa de un sentimiento que nada más ella podría comprender (quizás eso sea mentira, si lo consideramos a él).

el asunto es, que estando así, salió a caminar y se tropezó. no fue intencional, claro está. pero entonces, como si nada, del cemento empezaron a nacer, primero violetas y azules, pequeñas mariposas, y luego otras fucsia más grandes, y otras celestes y naranjas. las blancas eran las más veloces. era una especie de acontecimiento divino. ella en el suelo y las mariposas por todas partes. se rió entonces. mucho, y recordó a la canción y lo recordó a él, que seguía lejos.

- hay tropiezos buenos – pensó. y fue feliz.

isabelle

hoy te vi suspirar
y cuatrocientas mariposas naranja
alzaron vuelo desde tus pestañas
mientras las golondrinas en mi cerebro fenecieron extasiadas

me miraste y sonreíste
y el negro de tus ojos
me ha teñido hasta el último resquicio intersticial

hoy te vi suspirar y comprendí
el movimiento de los astros
el ritmo de las mareas
la sucesión de las estaciones; y pretendí

escribir una canción que te alcanzase
perfecta, cadenciosa, perfumada como tú
violeta como tus miradas
rosa como tus labios
indescriptible, del color de mis intenciones

XVII

eres como esas flores
marchitas en los jarrones / de mansiones virreinales
como calles intransitables y tumultuosas
como espacios inhabitables

eres
dos ocho veinticuatro
el tic tac de un reloj – suizo – que me canta en escocés
el olor de una botella de licor enrevesado

eres siempre y entonces
cuaternaria, patrimonial
suspicaz hasta en ésos momentos
en los que olvidamos aquellas cosas

has sido princesa
acuchillando las horas,
vagabunda, sorprendida en flagrante delito
de incipientes amores
de besos ilegales

eres yo
soy tú

XXVI

dime doce veces
cuántas veces
la lluvia te ha inundado las ideas
remojándote las ganas

cuéntame despacio,
de todas las veces
en que me esperas en silencio
y me sigues diez pasos, catorce, veinticinco

las marionetas inspiradas
invisibles a tus manos,
cuadruplican sus excesos
los martes al anochecer;
y se percatan
de tus lágrimas

y de mis manchas de rímel en tus camisas

XXV

supongo que no creerás
si digo que hoy
te compraré mentiras
con los ochenta centavos de mi pasaje de autobús

y sospecharé, entretanto
que irás cantando
canciones, nuestras

cuando las piedras que voy pateando
me responden enfadadas
que me amas sin temperaturas

que hubieron dos y tres como nosotros
que murieron ahogados
en las propias tintas de sus testamentos

XXIV

el amor es

una taquicardia paroxística supraventricular



es, por ejemplo
doce días de esperar
cuarenta y cinco gigabytes
de aromas de flores inexistentes

y es también
un botón, un arete, un cabello

la textura de las palabras
que no se pueden tocar
y el color de las nubes para los ciegos


es una cuadra de margaritas
un metro cuadrado de ansias de color verde

lunes

habían dos veces, ella y él. se escondían en las mañanas soleadas de las noches de marzo, y jugaban a ser y no ser lo que eran. a saltar con paracaídas sobre pentagramas infinitos, a inventarse otras vidas en otros espacios. un día, de esos días - que son ésos y no aquellos – ella tuvo un sueño extraño y despertó con la sorpresa de que le había nacido una canción. se la pasó por horas y horas intentando atraparla, así como a las mariposas, con una redecilla, pero era una canción tan traviesa (espontánea, dicen) que tuvieron que pasar catorce años y dieciocho días para que se cansara y accediese a sentarse con ella. y, cuando, al fin, se vieron a los ojos, ella le pidió que le contara cosas que pudiera poner en un poema para regalárselo a él. la canción se rió estrepitosamente (así son las risas de las canciones) y accedió, a medias tintas. - te dictaré pero tienes que escribir con la mano izquierda - fue su condición. entonces nació una poesía sobre un río que ella cruza todos los días, de ida y de vuelta; una poesía que hablaba también de los caminos, y de los árboles de los caminos, que le susurran cosas cuando da pasos lentos a las tres de la tarde. y escribió sobre las horas, las nubes y el viento, que le acaricia con tristeza porque él está lejos. y la poesía se convirtió en miles, en millones de poesías, que ella luego diría que venían de un lugar indefinido, pero que más tarde entendería que eran cosas que la canción le dictaba para él, para él aún desde antes de haberlo conocido.