bárbara

no sé si se haya preguntado por mis miradas y mi media sonrisa. sólo se que esos ojos grandes soñadores, esos lentecitos con pedrería de fantasía y esas pestañas - de las que estoy segura, no han recibido todavía lágrimas de amores - eran, todos juntos, encantadores. sólo sé que el verla, tan ensimismada, como enamorada, perdida en sus pensamientos cuando miraba por la ventana; fue un descubrimiento que se hace sólo los días de las tardes calurosas. tan bonita, con esa felicidad tan simple y tan sincera de la primera década de la vida.

la envidié.

el viernes primero

para mañana sabré qué piensas. ella te verá y seremos felices todos, los cuatro. para mañana estarás, desde algún punto de vista, más cerca. te escucharé hablar cuando ella vuelva y me cuente llorando (sé que llorará) las cosas que digas, y me dirá detalles, de cómo te ves, sin los piercing, con el cabello largo. para mañana, y se me hace un mundo, voy a acordarme de los casi cien días que llevo sin verte, sin oírte, sin textearte, sin renegar de tí o contigo, sin reclamarte cosas, sin reírnos como cuando de casualidad nos vestimos del mismo color. yo no sé que estés pensando. si imagines cuánto te estoy pensando, yo no sé. sólo se que extrañarte cada día es más difícil y más fácil, que ella a veces lo hace más difícil, que mis esperanzas me dicen cosas que no entiendo. que eres esa parte de mí que me falta, mi parte tecnológica, mi parte hiphopera, la conexión más cercana que he tenido nunca a un cigarro (hasta hace poco) (ya he de contarte). mi parte desordenada, mi parte musical, mi parte electrónica. el 33% que compartimos que se me hace más evidente que nunca. nuestras visiones de la familia y del amor, similares y disímiles. nuestra visión de él, que se ha hecho mi amigo aunque no lo creas, que me aconseja de mis amores y de la vida. él, que una vez que se fue, te hizo más falta a tí que a mí. santiago me pregunta si estarás en navidad, y me hace llorar. cuánto te quiero, cómo te extraño.

lucía II

necesito una blusa negra, como él no hubiera querido. silvia debe tener alguna. la vida de pronto se me hace graciosa, irónica como dice alanis morissette. te amo, me dijo, nos casaremos un día. su anillo sigue donde siempre, temerosa yo de extraviarlo. eres linda como la primavera, me dijo, quiero que mis hijos tengan el color de tus ojos, el sonido de tu voz. mi voz que ya no me suena igual, mis ojos que dejaron de tener color. hace frío, pero no me inmuto. tantos meses durmiendo en el frío del hospital no han pasado en vano. cántame, me dijo, esas canciones que les cantabas a tus niños del parvulario. y mi madre me decía que ése ingeniero sería un maravilloso marido. que debería sentirme halagada. ella era la que acomodaba sus flores en potecitos de colores. yo sólo lo miraba, sonreía, escuchaba. reacia al principio, sorprendida después, enamorada finalmente. así como hoy, sí, que sigo enamorada de él. de él, que ya no está, y no estará.

lucía

me siento y la veo. mira por la ventana. sus ojos café nostalgia, que se inundan. y las lágrimas que caen, casi musicales, una tras de otra, preciosas como bailarinas de ballet. respira acompasada. nadie se percata, nadie quiere hacerlo. y de pronto me doy cuenta de que estoy respirando a su ritmo, que quisiera acercarme y abrazarla, decirle que todo va a estar bien. me mira. todo se detiene un minuto, y sé que mis ojos no han dicho mucho.

we could have had it all

ella lo esperaba en primavera. y esperaba flores en abril. pero se marchitó hasta la última violeta y él no llegó. ella llora por las tardes, sólo cuando es cuarto creciente. ella se esconde de las estrellas y de sus reproches. se esconde porque no sabe cómo explicar, porque no tiene nada que explicar. ella es una trampa, una mentira, inservible. por eso le huyen, se esconden, se salvan. por eso nadie da explicaciones. juran amor y se van. primaveras y veranos y se van. siempre se van. no dicen más. no hay flores, nunca, ni valentías. ella se envenena cada día con sus pensamientos y sus canciones. y se ha arrancado el corazón en un intento desesperado de no ser lo que es: un agujero negro disfrazado de mujer. lo esperaba, ella lo esperaba en primavera. y esperaba flores en abril. pero se marchitó hasta la última violeta y él no llegó.

925

el reloj corre contra mí, segunderos de azúcar, y los minutos que resplandecen, instantes antes de estallar. las carreteras me llevan, indiferentes, con destellos de luz que me ciegan. cierro los ojos y pienso en ti. me involucro con tus canciones como no puedo hacerlo contigo. las conozco, acorde a acorde, cada palabra, cada silencio. y me prometo cosas increíbles, espacios, momentos, museos, calles, torres, avenidas. me acostumbro al brillo del sol de aquí, denso, volcánico. me descubro en divagaciones absurdas y absolutas, que me sorprenden cuando yo las sorprendo. me descubro. y sonrío, porque de pronto es amor a primera vista: en el espejo dos ojos negros, me enamoro. me enamoro aunque no quiera enamorarme, de nuevo y como cada vez. y el resto no importa más. ni las palabras, ni las canciones, ni los kilómetros ni las coexistencias. no me importa nada, tengo tiempo de sobra para esperar. llegará un día uno que no sea príncipe, que no sea azul, y que me reciba con flores cuando yo lo rescate de algún abismo.

mentiras

hay espacios blancos en hojas en blanco, cuchicheando. se sonríen miserables mientras canto. y me miran con premura, disciplentes, espaciados. no puedo suplicar palabras, los monosílabos me inundan verdes azules morados y blancos, blancos como tus miradas y la luna, que se esconde de mí cuando me ve llorar. puedo entender claramente cómo el universo conspira para que yo dé pasos al frente, retroceda, sonría, cambie. entiendo claramente como recupero los silencios que te invaden como conquistadores intergalácticos. y disimulo mis lágrimas con maquillaje, del que no te percatas porque únicamente me ves de lejos. entonces supones que soy bonita, que mis palabras escarchadas son igual de largas que mis piernas. y así suspiras versos amarillos cuando me miras, pero te alejas con igual presteza, ilegal, espaciado. no he de encontrar más razones escondidas debajo de los armarios y renuncio a colorear estas ideas arremolinadas entre mis cabellos. no importa ya cuántas veces cante que quiero estar contigo, que sólo quiero vivir y bailar contigo. me das la espalda y caminas sin escuchar mis motivos, y se quedan tristes mis pestañas lejos de las tuyas, mi aire lejos de tu aire, tu voz y mi voluntad.

the birds will sing

tengo cuatro cavidades en el hemitórax izquierdo que esperan. esperan esperando resoluciones, propias y ajenas, de mentiras ajenas. en viernes me decido a abrir los ojos y empaparme en esas ilusas renovaciones de esperanzas verdes. o naranjas, como se ponen cuando me río, a pesar de darme cuenta de que no puedo reírme todavía. tengo una almohada que me conoce mejor que nadie, que recibe mis lágrimas y mis palabras y que se calla, dejándome aire suficiente para pensar, aún cuando consulto cosas con ella. y somos amigas, y me cuenta historias increíbles el segundo día miércoles de cada mes.

no entiendo la relación que puedan llegar a tener esos versos que no escribo a la mala, pero que escribo porque quiero, con todas esas palabras, abrazos, miradas, promesas rotas, besos, traiciones, almuerzos, comidas, desayunos, paseos y suspiros que han durado un poco más o un poco menos de novecientos cuarenta días – con sus noches - y que se acaban de pronto, como quien encuentra una carretera sin terminar. entonces es cuando esas piedras sin asfalto se ríen de mí y me hacen ver cuántos errores comete uno en nombre de esa estúpida, inentendible, o quizás inexistente ansia llamada amor.

ya no es, por lo tanto, gran ejercicio gramatical el decir que has de ser feliz porque amaste, y al amante sólo le basta amar. discrepo. y me río de mis discrepancias que en realidad a nadie le interesan, porque la vida continúa, en éste y en todos los idiomas y porque, tarde o temprano, llega un día en que te duermes con la felicidad asomando tímida, pensando en alguna otra cosa, con una canción en la cabeza.

llévate también

esas noches
en que olvidaba soñar por estar contigo
y las palabras inexactas
que balbuceaban nuestras pestañas

llévate las sombras y las luces
tus palabras y mis opiniones
tu familia y mi hogar

llévate las inquietudes
de no ser nunca como tú
y el temor de no poder amarte más

llévate nuestras mutuas mentiras
y los terceros amores de cada quien
los nombres de mis hijos
y tus silencios, celestes como tus camisas

llévate los meses y las estaciones

las promesas,
los espacios en mis sonrisas,
los retrueques en tus historias

y los besos
que no se cansan nunca de sangrar