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el reloj corre contra mí, segunderos de azúcar, y los minutos que resplandecen, instantes antes de estallar. las carreteras me llevan, indiferentes, con destellos de luz que me ciegan. cierro los ojos y pienso en ti. me involucro con tus canciones como no puedo hacerlo contigo. las conozco, acorde a acorde, cada palabra, cada silencio. y me prometo cosas increíbles, espacios, momentos, museos, calles, torres, avenidas. me acostumbro al brillo del sol de aquí, denso, volcánico. me descubro en divagaciones absurdas y absolutas, que me sorprenden cuando yo las sorprendo. me descubro. y sonrío, porque de pronto es amor a primera vista: en el espejo dos ojos negros, me enamoro. me enamoro aunque no quiera enamorarme, de nuevo y como cada vez. y el resto no importa más. ni las palabras, ni las canciones, ni los kilómetros ni las coexistencias. no me importa nada, tengo tiempo de sobra para esperar. llegará un día uno que no sea príncipe, que no sea azul, y que me reciba con flores cuando yo lo rescate de algún abismo.

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