powerful

Entonces supones que en el cuento que tienes, has pasado de página. No es que el cazador haya cazado al lobo, ni que la bruja haya sido empujada al horno, ni que pudiste escapar del gigante. Es sólo que las cosas parecen mejorar, aunque suene absurdo. Lo único que anhelas, pero lo único en serio, es que esto dure al menos lo que te vas a demorar en cantar una canción. Aunque sabes que va a ser así, porque tienes esa sensación de poderlo todo.

:D

hoy escuché unas canciones... es que son más que canciones, me hicieron estremecer!
hoy ha sido un día especial :D
hoy estoy feliz
espero que dure
mas bien
Estoy segura de que ésta vez durará
Simplemente, lo he decidido.

in love again


Morir

Pongamos que tienes un papá viejiiiito pero viejiiiito que cada día que le ves, te sientes peor porque puedes ver que sufre. Tiene tubos y jeringas colocados en absolutamente todas las superficies de su cuerpo. Y, estás feliz de verle así? Ya ni te habla, no puede siquiera darse cuenta de sí mismo, quizás no se da cuenta de cuantos años tiene, o cuántos hijos, o cuánta vida dejó atrás. No, ahora él solo conoce el dolor. Y tú, también sufres con él por verle así. Y entonces, un buen día para él, todo ese dolor se acaba.

Aquí podríamos hacer un paréntesis. Yo creo fehacientemente que el ser humano es algo demasiado maravilloso como para que todo lo que es, se acabe al morir el cuerpo. Tengo dudas sobre si nos vamos al cielo, o nos reencarnamos en gusanos o gallinas ( cosa que dudo, la verdad) o si nuestra alma vuelve a la tierra con otro cuerpo, o si llegamos a fundirnos con ése ser superior, con esa luz, en la séptima dimensión... cuántas cosas y teorías al respecto he oído y aún ni tengo dos décadas de vida. Yo, la verdad sí creo en Dios. Y el Dios que me presentaron desde que nací, te lleva al cielo cuando mueres... bueno, cuando mueres y has sido bueno, dicen. Quizás no sea así, quizás Dios esté demasiado ocupado haciendo cosas hermosas como para andar mandando a la gente al infierno.

Bueno, estábamos en que el cuerpo de tu papá dejó de funcionar. Luego, según he visto, todos lloran y se visten de negro. Y entierras el cuerpo, porque dicen las escrituras que un día vamos todos a resucitar. O entierras el cuerpo sólo porque es lo que todo el mundo suele hacer.

Detesto los velorios y los entierros aún más. Hoy, en el hospital, vi un cajón blanco pequeñito, como de 30 centímetros. Y sentí una pena horrible de pensar que ese pobre pequeñito nunca vio abrirse una flor, nunca se mojó con la lluvia, nunca vio los colores de los pájaros, de las nubes. Nunca dijo mamá o nunca aprendió a pronunciar su nombre. Esas cosas dan rabia. Y también pensé que ese niño nunca sentiría cómo es un dolor de una herida cuando te caes jugando, a ese niño nunca le reñirían por algo injusto, nunca pelearía con sus compañeritos, nunca se enamoraría y sufriría al ser rechazado, o engañado. Nunca sufriría para buscar un trabajo, para mantenerlo. Había conocido a la muerte sin tener conciencia de ello.
Y más tarde, ví también un velorio peculiar. Era de un hombre que perteneció a la milicia. No sé si haya sido bueno o malo, quizás era alguien con un cargo importante. Afuera del salón, había tres o cuatro jeeps con hombres uniformados, creo que la mayoría estaba ahí por compromiso. Y me imaginé que hubiera dicho ese hombre si hubiera visto todo eso. Las palmas fúnebres que deberían prohibirse. Las mujeres vestidas de negro. Lo que tenían en el cajón era simplemente un cuerpo que dejó de funcionar, como una cáscara de plátano, como la envoltura de una galleta, como una botella de agua. Lo que de verdad importaba no está más.
Quizás ese sea el problema. Lloras porque le extrañas o porque sabes bastante bien que vas a extrañarle, y mucho. Y luego no sabes que hacer con sus cosas, con el espacio que él ocupaba: en tu casa, en la mesa, en tu vida. Y sueñas con él, y sientes su voz, sus pasos, su olor, creo que solo por la necesidad de creer que todavía está aquí. Extrañar a alguien a quien sabes que no vas a ver nunca más es la manera más difícil de extrañar.
Sólo he perdido a alguien: y lo único que realmente me ha dolido ha sido saber que pude haber pasado con él más tiempo, haberle escuchado mas, haber aprendido más de él, y no lo hice. Creo que los pecados que más arrepentimiento nos dan son los de omisión. Y cuando él murió y yo lloré, no lloré de dolor, lloré de rabia, de impotencia. De saber que nunca más iba a verlo, o tocarlo, o escucharlo.

Hace días alguien me dijo que si le hubieran dicho que iba a venir aquí a morir, entonces hubiese preferido no nacer nunca. Sí, quizás. Yo creo que igual hubiese aceptado. Creo que debemos intentar vivir con una idea de la muerte que sea diferente, que sea una invitada a la cena, que sea una amiga a la que le hables cuando vayas a dormir. Que no se la temida innombrable, misma Voldemort. Si voy a morir hoy, mañana o cuando sea mucho mayor, quizás no importa tanto. Intento vivir así, sabiendo que puedo morirme hoy. Y hacer todo lo que quiero y debo, porque puedo morirme hoy. E intentar ser buena, porque si soy buena, quizás pueda ir al cielo.

milagro, le dicen

pues resulta que las cosas no salen como esperabas, ni siquiera como las imaginabas. y entonces todo se transtorna "para bien" pero igual sientes que algo anda mal. Claro, algo grave te sucede en el cerebro. Creo que tengo una pequeña pulga que se ha comido parte de mi corteza. Y tengo abulia también. Las horas de sueño extrañas, las horas de hablar casi nulas. Entonces se me ocurre que quizás si soy maniaca depresiva. Y estoy en ciclo depresivo otra vez, viendo todo patas arriba y sin intentar siquiera ponerlo del revés. Pero ya no. Ya no, se acabó. No quiero volver a poner por escrito que mi espacio físico es expresión de mi confusión mental. Entonces te das cuenta. Y solo piensas, piensas, piensas. Pero eso no es bueno del todo no? porque necesitas hacer más, empezar a creer más en los demás. No juzgar, ser valiente pero no juzgar. Y entender de una vez y por todas que aunque tus amigos hagan algo que no te guste, no por eso dejan de ser tus amigos.

ya estoy lista

Bueh, ni tan lista.
Pero lista sí, osea, lista por un lado.
Que aunque debería estar hasta el perno, no entiendo bien porqué pero me siento tranquila. Libre, feliz. Sí feliz, antes de acordarme de todas las cosas que salen mal, de todas las cosas que tengo pendientes. De mi maravillosa lista de cosas por hacer. Yo, y mi maravillosa lista de cosas por hacer.

Pero estoy lista, estoy lista para ser valiente y aceptar que sí pue, si, al diablo: me equivoqué y las jodí todas. Pero qué más da. No voy a matarme, no, no. Y tampoco voy a ocultar mis acciones con cosas que luego me van a dar verguenza. No, no, para qué, si ya me conozco bien y sé de sobra que de hacer algo que no me cuadre, me voy a arrepentir. Y yo, para arrepentimientos soy toda una experta. Y me habría machacado eso que hice por días, que digo días: por meses, quien sabe y hasta por años, porque así soy, tonta soy, rara o qué se yo.

Y entonces me siento libre para ser valiente. Para no tener verguenza y aceptar que las cosas no te salen siempre como quieres, y qué puedes hacer pues. Preferible es mirar para otro lado y cerrar esas puertas que cuando las abriste te dejaron asqueada. Si, preferible es abrir otra puerta y caminar. Porque luego resulta que encuentras que hay más cosas buenas en la otra puerta. Y dices: qué tarada que fuiste, ah? Porque ésto también tiene su lado bueno. Tiempo hay, y ganas también hay, ahora, que tienes la certeza de estar haciendo lo correcto, que tienes la tranquilidad de no haberte traicionado. Si, eso sientes, tranquilidad.

Hay cosas malas también, y lo sabes, no eres tan tonta después de todo. Pero no tienes miedo, no, ya no tienes miedo porque te has prometido que vas a ser valiente. Valiente para decir la verdad, aunque a los demás les des pena. Aunque tengas un poco de verguenza. Pero luego se te pasará, porque tienes el gran consuelo de que has respetado a la persona más importante de tu vida: a ti misma.